Hace algunas semanas desarrollamos el caso de la brillante estrategia de posicionamiento del BBVA Continental ® con su campaña “No soy PYME” y como la adopción de una identidad, automáticamente excluye a las otras Caso BBVA: si soy hombre automáticamente dejo de ser mujer, si algo es blanco es por que no es negro. Toda identidad implica una negación de muchas otras.

Obviamente, siempre hay empresas que no respetan las reglas básicas de juego del Marketing e intentan, infructuosamente obviamente, obviar estas reglas y jugar a ser hombre y mujer al mismo tiempo, en ser blanco y negro, ser alto y bajo, como el caso de John Holden ® que publicamos hace meses, pero afortunadamente son la minoría.

En este artículo desarrollaremos el concepto de discriminación como eje de toda estrategia de Marketing y analizaremos aplicaciones buenas y no tan buenas de la misma

Siendo necesario – desde aquí se aprecian reacciones negativas en la platea – establecer técnicamente los conceptos, y refugiándonos en nuestra siempre admirada Martha Hildebrandt debemos comenzar diferenciando lengua de habla, siendo que la primera es un sustantivo que alude al lenguaje como sistema lingüistico de comunicación, al total de su vocabulario y gramática, que incluye los conceptos que le son inherentes, mientras que el habla es el uso que del lenguaje hacemos los seres humanos y que muchas veces termina cambiando el sentido original del mismo.

Es natural que cuando escribimos que la discriminación es el eje de toda estrategia de Marketing muchos lectores se sorprendan y/o hasta se molesten, y es que en el uso cotidiano, en el habla, el término discriminar tiene una fuerte connotación negativa ya que se asocia automáticamente a fenómenos de segregación racial, sexual u otros que tanto daño han hecho a la sociedad, pero técnicamente hablando no debería ser así, lo que podemos comprobar cuando buscamos en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y encontramos como primera acepción del término:

discriminar.

(Del lat. discrimināre).

1. tr. Seleccionar excluyendo.

Haciendo un ejercicio simple de inmersión no participativa en un mercado cualquiera, nos daremos cuenta que bajo el concepto de la RAE, las amas de casa son discriminadoras por excelencia: basta verlas compras carne, frutas y verduras para ver como de forma natural y constante discriminan los productos que van a comprar, dejando de lado los que se perciben como menos frescos y echando en su bolsa los que a su juicio están en mejores condiciones.

 Y lo mismo sucede con todos lo consumidores:

Cuando escogemos un producto de cualquier categoría del anaquel del supermercado, discriminamos puesto que escogemos uno de ellos en perjuicio de los otros; seleccionamos excluyendo.

Peor aún, si reconocemos como uno de los pilares fundamentales e inamovibles del Marketing la segmentación de mercados, no podemos dejar de reconocer que esta estrategia es, fundamentalmente, un ejercicio de discriminación: el mercadólogo divide el mercado en diferentes segmentos en función a una amplia gama de variables socioeconómicas, demográficas y psicográficas, y define uno o varios segmentos de mercado en los cuales va a concentrar su esfuerzo comercial generando una propuesta de valor a partir de su producto o servicio, la misma que, muy probablemente, no tendrá aceptación en los otros segmentos de mercado por las características diferenciadoras que presentan.

La segmentación de mercados es, en esencia, un proceso de seleccionar excluyendo, es decir, un proceso de discriminación[1].

Pero ya en el campo de aplicación, hay formas de seleccionar excluyendo, hay formas de fijar una segmentación de mercado y por sobre todo, de transmitir esa segmentación de manera de llegar al segmento objetivo sin generar fricciones con el resto de segmentos no escogidos.

El caso más enfocado y neutral lo encontramos en la campaña de helado D´onofrio ®

Con su producto Sin Parar ® versión solo para incomprendidos: la empresa ha escogido a un segmento de mercado, lo ha priorizado sobre los otros y transmite la idea de ser un producto de especialidad, pero se lo transmite casi exclusivamente a su segmento, no toca explícitamente a los otros.

Otras marcas como Schweppes ®

Optaron mas bien por la discriminación abierta, es decir,  dejar explícitamente claro en sus mensajes publicitarios que su producto era para adultos y no para niños o niñas, y lo hacían de la manera comparativamente más explícita posible pero en una lógica de generación de valor, de empoderamiento, de fortalecer la imagen del consumidor del producto, jugando con las palabras pero sin maltratar a los segmentos que no eran de su interés.

Pero hace pocas semanas encontramos el primer caso de discriminación abierta negativa, un caso donde no solo se deja sentado que el producto, en este caso un smartphone de Claro ®, está dirigido para un público juvenil sino que se menciona explícitamente que éstos son más inteligentes que sus padres, apoyándose en una supuesta percepción primaria de éstos respecto a los jóvenes y generando una especie de revancha generacional.

Consideramos que es una apuesta publicitaria de alto riesgo y que conlleva más resultados negativos que positivos para la empresa, para lo cual nos apoyaremos en el clásico análisis producto – mercado: los smartphones que presenta Claro ®

Se pueden comprar desde S/. 9.00 y si se lee con detenimiento la letra pequeña que corre por debajo de las imágenes, encontramos “Plan Post – pago Smart de S/. 99.00 con acuerdo de equipo a 18 meses, sujeto a evaluación crediticia. Precio del equipo desbloqueado S/. 799.00”.

No estamos hablando de un producto barato o de consumo masivo si para comprarlo requerimos de pasar por una evaluación crediticia. Y sin embargo, todas las imágenes que nos muestra el spot son de adolescentes, con edades entre terminando el colegio e iniciando la universidad, jóvenes que aún son económicamente dependientes de sus padres y a los que muy probablemente van a tener que recurrir para financiar su teléfono conforme a la curva del ciclo económico del varón  Ciclo de vida económica útil de los varones.

¿Los inteligentes jóvenes van a tener que recurrir a sus ignorantes padres para poder comprarse un aparato que los haga verse más inteligentes que ellos?

Si esa era la idea, hubiera sido mejor no hablar tanto de lo retrasados e ignorantes que son los papás, por que finalmente el joven puede tener el deseo del smartphone (querer comprar), pero que dicho deseo se convierta en demanda (poder comprar), dependerá de aquel que en el comercial ha sido discriminado públicamente y caricaturizado como un torpe: el papá.

 No parece una buena estrategia. Para discriminar y comer pescado, hay que tener cuidado.

© Mercadeando S.A./ Centro de Innovación Tecnológica en Marketing
Septiembre, 2013
Presidente:   Luis Fernando Zelada Briceño


[1] Los lectores que aún tengan dudas, pueden comprobar que los sinónimos de discriminar son: marginar, diferenciar, distanciar, excluir, segregar, separar, distinguir. http://www.wordreference.com/sinonimos/discriminar