Natalia Málaga es, indudablemente, uno de los personajes más queridos actualmente por el público peruano, y recientemente ha protagonizado un video viral que ha circulado en las Redes Sociales y actualmente se ha llevado el título de ser el video más visto de la historia digital peruana: en su edición del 09 de Agosto, Gestión reporta que los promotores de esta publicidad estiman su valor en US$ 1.2 millones debido a la exposición de la marca, ya que se registraron en 03 días más de 228 mil visitas a su fanpage. Hay 02 primeras reacciones que me provocó la visualización de este video, la primera, que las empresas peruanas siguen confundiendo Marketing con Publicidad y consecuentemente siguen confundiendo efectividad con eficiencia.

Ya anteriormente hemos desarrollado el caso de Movistar ® con los premios Effie ®, y el caso de Everlast ® se le parece mucho; la segunda reacción, es que resonó en mi cerebro una frase antiguamente vinculada al quehacer publicitario: “que hablen mal, pero que hablen…”. A esta apuesta publicitaria muchas veces implícita más que explícita, la denominaremos publicidad miope y será la base de nuestro análisis de hoy.

Le daremos al caso Everlast ®

La perspectiva de Marketing, estratégico y operativo, que no presenta actualmente, analizando técnicamente el tema y enfocándonos en las variables que deberían haberse considerado, dejando de lado las buenas intenciones que la empresa y los publicitas puedan haber tenido.

Como todo análisis mercadológico básico, comencemos con el binomio producto – mercado.

Una mirada rápida a la página web de Everlast ® nos muestra con nitidez tipo HD que no es tan cierto que sea una marca de ropa deportiva como señalan los publicistas como sí podrían ser Adidas ®, Nike ® o Puma ®: es una marca especializada en artículos de boxeo, que no es lo mismo, es un producto altamente enfocado, un producto de especialidad.

Consecuentemente, su segmento de mercado se reduce a un nicho, al nicho de los deportistas que de todas las disciplinas existentes, hacen boxeo, por lo que uno de los “logros” reivindicados por los publicistas, haber hecho conocida una marca casi totalmente desconocida, queda sin piso, pues salvo que en el Perú existan 228,000 practicantes de boxeo, lo cual es bastante dudoso, no tiene sentido hacer conocida la marca masivamente ya que es casi seguro que el 99% del público receptor no es ni será usuario del producto. Como indicador referencia, el Fan Page de la Federación Deportiva Peruana de Boxeo cuenta con 932 fans.

Si siguiéramos la lógica propuesta por la publicidad bajo análisis,

entonces también deberíamos hacer publicidad masiva de productos como los conectores hidráulicos para maquinaria pesada y las juntas de dilatación para la construcción de represas.


Así, es una falacia decir que el valor del spot alcanza los US$ 1.2 millones debido a su exposición mediática, ese valor sería, probablemente, más realista aplicado a marcas que cubren un amplio espectro del mercado deportivo como Adidas ® o Nike ®, y hasta para productos de consumo masivo como arroz o fideos, pero en el caso de Everlast ®, es poco serio fijar dicha valorización.

Hasta aquí, una falta total de claridad respecto al mercado que es lo que debería dirigir la estrategia publicitaria. La publicidad miope le mete un derechazo al Marketing. Pero continua la pelea.

Siguiendo con el análisis del box como mercado de nicho de los productos Everlast ®.

¿Quiénes son los consumidores de estos productos?, ¿la práctica del box en el Perú es básicamente del público masculino o femenino?. Salvo el caso de nuestra querida Kina Malpartida, el box en Perú históricamente es un deporte masculino, una gaviota no hace el verano, y de hecho, si hablamos de machismo, probablemente el box sea el deporte machista por excelencia por que al final del día es violencia pura y dura, y obviamente a los varones que practican el box les gusta, y un insight elemental mostraría que refuerza su auto-percepción de masculinidad, de macho.

Pero con el spot de El Guantazo, Everlast ®, a través de una propuesta muy altruista y con excelentes buenas intenciones, le dice a su nicho de mercado, varones machistas, que una mujer les puede pegar y gritar como lo considere conveniente y que ellos tienen que quedarse calladitos nomás. Es decir, tú compras mi producto / marca por que te crees muy macho pero yo te digo y le digo a 228,00 personas más que en realidad no lo eres.

A tenor de lo expuesto hasta ahora, estamos frente al primer caso de suicidio mercadológico público que hemos visto. La publicidad miope ahora le metió un uppercut al Marketing.

Hasta acá

Hemos demostrado que, desde una perspectiva de Marketing Estratégico, la apuesta de El Guantazo queda en deuda. Démosle para complementar una mirada al Marketing Táctico. Seguimos con la pelea.

En literatura, existe un concepto que se llama metalenguaje, cuando un escritor dentro de su cuento / novela habla sobre el mismo cuento / novela como si fuera un tercero no involucrado[1]. En el caso de El Guantazo, se ha generado este metalenguaje pero con matices sado-masoquistas inexplicables: entre el minuto 1.05 y el 1.07, Natalia Málaga mira a la cámara hablándole obviamente al camarógrafo / productor del spot y le dice: “Sácame esa música de mierda…”. ¿?.

¿Es que acaso la música no es parte del trabajo desarrollado por el publicista?, ¿no se dan cuenta los publicistas y la empresa que están diciendo públicamente que su propio trabajo es una mierda?

Impresionante. La publicidad miope le encaja varios golpes en el estómago al Marketing.

Desde otro ángulo, ya varios analistas han señalado la enorme contradicción que significa utilizar la violencia física – un choque intencional – y verbal – derrama más lisura que la flor de la canela – en una campaña que supuestamente busca frenar la violencia contra la mujer, es totalmente un contrasentido y es una apreciación que suscribimos totalmente, a la cual añadimos que es totalmente contradictorio tener como objetivo del spot combatir el machismo y poner al inicio de la publicidad chicas en camiseta escotada muy sensuales tipo Combate ® o Esto Es Guerra ®. La publicidad miope, implacable, le mete un directo a la mandíbula al Marketing, que a esta altura del partido, ya se encuentra groggy.

Pero hay otras contradicciones y vacíos

Entre los minutos 1.28 y 1.32 por ejemplo, cuando El Guantazo choca contra la combi, no hay ningún mensaje de reivindicación de los derechos de la mujer, ninguna indicación de Natalia tipo “te hago esto por tal cosa para que no lo vuelvas a hacer….”, es solamente un auto que choca a otro y cuando el afectado baja a reclamar, la única respuesta que obtiene es un achorado: “¿Qué?”, situación que se repite con mas o menos variantes en los siguientes choques de El Guantazo. La publicidad miope le aplica el viejo 1 – 2 – 3 al Marketing y lo deja al borde del knock out.

Y el knock out tenía que llegar tarde o temprano:

entre los minutos 1.48 y 1.55 aparece un varón manejando una Jeep ®, saca su cabeza por la ventana y aparentemente – el audio es ininteligible, lo he escuchado 10 veces – dice algo como “cariño”, asumiendo que es un piropo a alguna conductora cercana, y obviamente, recibe el choque de El Guantazo vengador bajo la acusación que es un cirio.

Desde el solo hecho que el audio del conductor es ininteligible, se pierde totalmente el efecto demostración que se buscaba con la publicidad, aparentemente, el solo hecho de decir algún comentario a una dama desde un auto es violencia machista y por ende merece ser tratada de la misma forma que los insultos explícitos emitidos por el chofer de la combi, lo cual, francamente, suena exagerado, aquí sí que se les fue la mano y entramos a terreno pantanoso.

5, 4, 3, 2, 1…out!, perdió el Marketing, perdió Everlast ®

Compartimos nuestro análisis publicado también por Mercado Negro TV

© Mercadeando S.A./ Centro de Innovación Tecnológica en Marketing
Agosto, 2013
Presidente:   Luis Fernando Zelada Briceño

 


[1] En “A mis Cuarenta y Diez” Joaquín Sabina dice: “…que el cura que ha de darme la extremaunción no es todavía monaguillo / que para ser comercial, a esta canción le falta un buen estribillo.”